ENRIQUE OMAR SÍVORI

El mejor jugador argentino de todos los tiempos, con permiso por supuesto de D. Alfredo Di Stéfano, al que considero español a todos los efectos, Diego Armando Maradona, nació un año antes de que su compatriota Enrique Omar Sívori, al tiempo que adquiría la doble nacionalidad, convirtiéndose en italiano de hecho y de derecho, ganaba el "Balón de Oro". Sívori, uno de tantos grandes futbolistas que se forjaron a orillas del Río de la Plata, y que terminó poniendo al servicio de su país de adopción, Italia, todo su talento futbolístico. Fue un jugador pícaro, con una clase excepcional. Intuitivo, inteligente y goleador. No desentonó en ninguna materia. Tanto es así, que sumó a sus sobresalientes cualidades, una permanente entrega. Sus formidables características lo llevaron a convertirse en un futbolista de elite internacional, un guerrero de esos que todos querían alistar antes de librar las batallas decisivas. De fuerte personalidad, su carácter luchador le originó algunos problemas con las expulsiones, y cumplió treinta y tres partidos de sanción durante sus catorce años como futbolista. Su estatura, 170 centímetros, nada tenía que ver con su inconmensurable talla de jugador. "El Cabezón", como fue conocido en Argentina en su mejor época fue, aunque treinta años antes, lo más parecido al mejor Maradona que se haya conocido.
Omar Sívori nació el segundo día de Octubre de 1935, en San Nicolás de los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires. De orígenes humildes, desde muy joven soñó con llegar a ser lo que un día fue. Enrolado en las filas de River Plate, el 4 de Abril de 1954 comenzó una no demasiado larga, aunque sí intensísima carrera que terminó por ser la de uno de los 100 mejores jugadores de la Historia del fútbol, como reconoció en 2004 la FIFA en la gala de su Centenario. Ese día de la primavera de 1954, River se enfrentaba a Lanús, en campo de éste último. El equipo platense era por entonces el campeón vigente de la liga argentina, que había ganado los dos últimos años. Omar Sívori entró en juego aquella tarde con el partido ya avanzado, sustituyendo a un ídolo local, Angel Labruna, legendario delantero de River, que años antes había compuesto la mítica “Máquina”, nombre con el que se conocía a la línea atacante del equipo de la franja roja, junto a Muñoz, Moreno, Pedernera y Lostau. El partido concluyó con una cómoda victoria de River, por 5-2, con cuatro goles de Walter Gómez y uno de Omar Sívori. En River Plate, Sívori jugó durante tres temporadas, coincidiendo su estancia con tres títulos de liga consecutivos, en 1955, 1956 y 1957. Durante esos tres años, jugó sesenta y tres partidos, y marcó veintiocho goles. Sus actuaciones le sirvieron para ser convocado por el seleccionador argentino, Guillermo Stábile, en 1955. Dos años después, en la Copa América disputada en Lima, Perú, Sívori tuvo una actuación sobresaliente, contribuyendo con su juego y sus goles a la consecución del título para el combinado albiceleste. Argentina fue campeón, y él, figura descollante. Integró una delantera conocida como los "Carasucias", junto a Corbatta, Maschio, Angelillo y Cruz. Su desempeño en aquel torneo aceleró su pase al fútbol europeo. Al término de esa temporada, la Juventus de Turín, que había observado a la joven estrella en los últimos meses, hizo a River una oferta económica por el jugador, irresistible para la época.
160 millones de liras (unos 80.000 euros) pagó el club de la saga Agnelli por Omar Sívori. La totalidad de aquel traspaso fue empeñada por River Plate en la construcción de la tribuna norte del Estadio Monumental, alcanzando el graderío del coliseo capacidad para 100.000 espectadores. El jugador cruzó el Atlántico en aquel verano de 1957, y la Juve adquirió uno de los valores más en alza del siempre fructífero fútbol argentino. Con veintiún años, Sívori tenía por delante una prodigiosa carrera en el Calcio, al servicio de uno de los clubes más potentes del continente.
Su primera campaña en el fútbol italiano se saldó con la consecución de su primer Scudetto. La Juve había fichado esa temporada también al galés John Charles, procedente del Leeds United, que junto a Sívori y el veterano Boniperti formó el llamado Trío Mágico. Contribuyó de forma definitiva a la conquista de un título que se resistía a los “bianconeri” desde 1952. La tripleta atacante de la “Vecchia Signora” pasaría a la Historia de la Serie A, al conseguir 282 goles en tres años.
Al año siguiente, el Milan se impondría en la “Lega Calcio”, pero la Juve conseguiría el campeonato de Copa, que no ganaba desde 1942. En el partido final derrotó al Inter de Milán por un contundente 4-1. 1960 sería un año histórico para el club turinés. Nunca antes había logrado ganar los dos torneos más importantes de Italia, Liga y Copa, en una misma temporada. En la liga, con 55 puntos, se impuso a sus perseguidores milaneses, y en la Copa derrotó en la final a la Florentina, uno de los grandes de la época, por 3-2. Para Sívori la temporada concluyó con la consecución de su primer y único galardón de “Capo Cannonieri”, es decir, máximo goleador de la liga de ese país, con 28 tantos anotados.
Después de tres temporadas en Italia, Omar Sívori había conseguido un trofeo de máximo goleador, dos ligas, dos copas, y el reconocimiento del público transalpino, que idolatraba ya sin tapujos a la estrella argentina. Esa temporada, la 1961-1962, iba a ser relevante en la trayectoria deportiva y personal de Sívori. Con la Juve de nuevo repitió título de Liga. El viejo compañero de batallas Giamperto Boniperti, que años después ocuparía la presidencia del club desde 1971 hasta 1990, se retiraba definitivamente del fútbol después de dieciséis años al servicio de la Juventus, el único club en el que jugó. En aquel 1961, el partido cumbre del Calcio, Juve – Inter, se saldó con un insólito 9-1 a favor de los turineses. Omar Sívori hizo seis goles aquella tarde, un hecho jamás repetido por ningún jugador en el país italiano. Poco después, Sívori obtuvo la doble nacionalidad, convirtiéndose en ciudadano italiano, algo que, en contra de lo que pueda pensarse, estaba muy al día en aquellos principios de la década de los sesenta. En España, por ejemplo, Kubala, Di Stéfano o Puskas ya habían adquirido por entonces la doble nacionalidad, en este caso la española. Ese hecho permitió que Omar Sívori pudiese ser nombrado, a finales de 1961, “Balón de Oro”. En aquella época, sólo los jugadores europeos podían acceder al galardón. Sívori ya era italiano, y sucedió al español Luis Suárez en el palmarés del trofeo.
1962 era año de Mundial, el que se iba a disputar en Chile. Para cuando llegó la cita, Sívori había debutado ya con la Nazionale. Con su país natal, Argentina, había jugado 18 partidos, marcando nueve goles. Con la “azzurra” jugaría nueve partidos, en los que anotó ocho goles. Viajó al país andino con la expedición italiana, pero la selección que por entonces entrenaba Edmondo Fabbri completó un mal campeonato, quedando apeada en la primera fase, por detrás, en su grupo, de Alemania y la anfitriona, Chile, superando sólo a la débil Suiza. Sívori no consiguió marcar en aquel torneo, y la espina le quedó clavada para siempre, ya que nunca volvería a jugar un campeonato mundial. Esa temporada, Omar Sívori fue protagonista de la primera victoria de un equipo italiano en el Santiago Bernabéu, ante el penta campeón de Europa, el Real Madrid más laureado de todos los tiempos, consiguiendo el único gol del partido.
Con casi treinta años, después de dos temporadas no demasiado afortunadas, Sívori creyó que había llegado la hora del cambio. En el último año en la Juve, el Ferencvaros húngaro privó a los “bianconeri” de conseguir su primer título internacional. En la final de la Copa de Ferias, jugada en el Comunale a partido único, los magyares se impusieron contra todo pronóstico por 0-1. Ocho años después de su llegada a Turín, una oferta del Nápoles hizo que Sívori cambiase el norte de Italia por el sur más tradicional. Con la Juventus jugó 257 partidos, en los que marcó 171 goles.
El club napolitano aún era un modesto del fútbol italiano. Acababa de ascender de la Serie B, en la que había permanecido tres temporadas de las cinco últimas. En 1962 conquistó la Copa de Italia estando en la división de plata italiana, algo que nunca más ningún equipo ha conseguido, al tiempo que conseguía el ascenso a Serie A. La temporada siguiente volvería a descender, para volver a subir la 1964-1965. Cuando Sívori estuvo presente con la Juve en la inauguración del estadio San Paolo de Nápoles el 6 de Diciembre de 1959, no imaginaba que seis años después aquel campo sería el suyo. Nápoles disfrutó del juego de Sívori y llegó a idolatrarle casi tanto como tres décadas después lo haría con otro argentino universal, Diego Armando Maradona. De hecho, suele decirse, sobre todo en Italia, que Sívori fue “el Maradona de antes de Maradona”. Contribuyó con sus goles y su técnica al asentamiento del club en la Serie A, por fin, aunque como era de esperar, no tuvo demasiadas opciones de conseguir títulos oficiales. Con el club napolitano jugó 65 partidos, en los que anotó 12 goles. El 1 de Diciembre de 1968, después de una compleja lesión en su rodilla izquierda, Omar Sívori decidió colgar las botas. Tenía treinta y tres años, quizás hubiese podido jugar un par de ellos más al máximo nivel, pero su maltrecha rodilla, crónicamente lesionada, obligó al astro italo – argentino a despedirse del fútbol. Italia despedía a su ídolo adoptado, después de once años perforando las porterías del Calcio.
Pese a haber administrado de forma excepcional los jugosos salarios que percibió durante su estancia en Italia, lo que le permitió iniciarse en diversos negocios, nunca se apartó del fútbol profesional. Volvió a Argentina para entrenar a Rosario Central, continuando su carrera en Estudiantes de la Plata, River Plate y Vélez Sarsfield. Incluso fue seleccionador de la albiceleste durante la fase de clasificación para el Mundial de Alemania 1974, consiguiendo el pase para aquella cita. En cualquier caso, no obtuvo el mismo éxito como entrenador que como jugador. Él mismo declaró: “No es lo mío”. Tras desvincularse de los banquillos, ya en los años 90, la Juventus de Turín volvió a aparecer en su vida para ofrecerle el puesto de ojeador en Latinoamérica de la “Vecchia Signora”. Durante unos años ejerció el cargo, descubriendo nuevos valores al otro lado del charco. El 17 de Febrero de 2005, en San Nicolás, el mismo municipio que le vio nacer, Enrique Omar Sívori moría víctima de un cáncer de páncreas. Todo el mundo del balompié, en especial Italia y Argentina, lloró la muerte de uno de los más grandes futbolistas de la Historia. River Plate, el club que le vio nacer como estrella, quiso homenajearle, dando su nombre a la tribuna que, gracias a su traspaso a la Juventus en 1957, pudo construir en el estadio Monumental de Buenos Aires.